El “Síndrome de West” es una encefalopatía epiléptica catastrófica... Es lo primero que escuchamos los padres cuando vamos a la consulta del médico diciendo que nuestro bebé no sonríe o que se da unos pequeños sustos al despertar cada mañana. Porque el SW es muy sutil; son unos espasmos que sufre el bebé entre los 3 y 12 meses de vida que, a primera vista, no parecen alarmantes como para hacerte ir corriendo al hospital.
Pero sí, son terribles; son crisis epilépticas que sufre el “peque”. Estas crisis pueden estar provocadas por causas prenatales, perinatales o postnatales...
En total, hay más de 200 causas diferentes, por lo que es un verdadero “cajón de sastre”. Con suerte y muchos fármacos se consiguen controlar las crisis, aunque el daño ya está hecho y el bebé sufrirá, en la mayoría de los casos, secuelas para toda la vida. Si, además, no se consigue controlar esas crisis, el síndrome muta a un Lennox-Gastaut.